Escrito por nuestro Equipo de Convivencia Escolar 2021
El buen trato en la familia: El Buen Trato en la familia se logra cuando los adultos son capaces de brindar el espacio y el tiempo para relacionarse con sus hijos/as o con su pareja, con alegría, respeto y empatía promoviendo un sentimiento mutuo de reconocimiento y valoración. El buen trato «no es solo, no maltratar a otro», sino que se refiere demostrarle al otro (adulto o niño) mediante nuestros gestos y actitudes, que lo reconocemos en su existencia y que respetamos su dignidad como ser humano.
Demuestra siempre a tu hijo(a) lo importante que es para ti: Exprésale todos los días tu amor incondicional con palabras y con actos, como abrazos, sonrisas, etc.
Déjalo ser niño: No lo hagas partícipe antes de tiempo de las preocupaciones y problemas de adultos.
Escucha y dialoga con tu hijo(a): La comunicación entre padres e hijos/as es fundamental para promover un clima de convivencia adecuado en la familia. Contribuye a la construcción del respeto mutuo y al desarrollo personal de la autoestima y afectivo de todos los miembros de la familia Demuestra interés por su mundo. Acompáñalo en los cambios y procesos propios de su edad y acéptalo como es, único y diferente a los demás.
Límites, normas y consecuencias para orientar el comportamiento de tu hijo(a): Establece normas que pueda cumplir: pocas, claras y adaptadas a su edad. Enséñale lo que está mal, sin violencia ni humillaciones.
Ayúdalo a resolver sus conflictos mediante el diálogo: De esta manera serán capaces de resolver los problemas de manera pacífica y podrán mantener una sana convivencia con sus pares.
Reconoce sus cualidades: Así estarás fortaleciendo su autoestima y confianza.
Dedícales tiempo a diario: Juega y disfruta con tu hijo. Ayúdalo en sus deberes escolares, conoce sus gustos y preferencias. Los momentos de convivencia se hacen más atractivos cuando se comparten con interés, alegría, empatía y sentido del humor.
No hace falta acumular cosas materiales para «dejarlo(a) contento» o para que tú quedes «tranquilo(a)»: La calidad del tiempo que le dediques a tu hijo, la educación y los valores que logres transmitirles serán tu mejor herencia.
Enséñales con el ejemplo: Nuestros hijos nos aprenden. No es lo que decimos, ni cómo lo decimos, es lo que hacemos y como lo hacemos. Así como los éxitos ayudan a que nos sintamos bien, a que mejoremos nuestra autoestima y a que vayamos fortaleciendo nuestra personalidad, los fracasos nos permite aprender a diferenciar lo que funciona de lo que no, a priorizar según las consecuencias y a desarrollar habilidades para resolver problemas.
Ayuda a tu hijo a conocer, expresar y regular sus emociones: Los niños sienten las mismas emociones que los adultos, se enojan, se frustran, sienten profunda alegría, amor por sus padres y amigos, se sienten celosos de sus hermanitos, etc., pero todavía no identifican que hacer con ellas o de qué manera expresarlas o simplemente no saben como actuar. Tu papel aquí es fundamental, es el momento en que debes decirle cuál es la emoción que está viviendo y cómo poder controlarla.